Pensé el viaje a Egipto en noviembre y le puse
fecha; el 15 de enero me iría.
Cuando se planea un viaje coger el billete de avión es un comienzo, un Rubicón, casi un punto de no
retorno.
Siempre lo dejo para última hora, puede salir algún plan alternativo o una idea más
descabellada y quiero estar disponible.
Egipto está revuelto, habrán pasado las
fiestas navideñas y hay una crisis agudizándose, habrá plazas seguro, con 15
días de antelación será suficiente
En diciembre las causas y los azares… pospongo
la fecha de salida un mes, el 15 de febrero y ya no tengo tan claro irme. Sigo sin comprar el
billete.
Ha vuelto a ocurrir, de que sirvió hacer
planes, leer guías y mirar mapas.
El 18 de enero compro un billete de avión para
irme el 13 de febrero a Abu Dhavi. Lejos de El Cairo, el desierto Blanco y los
coptos,
Aún tengo que mirar otro billete desde Abu
Dhavi porque el 15 de febrero tengo una cita, un reencuentro en Mascate, Omán.
“Alea jacta est”
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