lunes, 25 de febrero de 2013

Sueño reparador

Desde que salí de casa el día 12 de Febrero no he parado de dar tumbos; una sentida despedida y un simpático reencuentro, trenes, aviones, autobuses, coches; bocadillos, comida de avión, comida rápida, comida basura, comida deshidratada, comida local y foránea; camas diversas, saco de dormir, vivac y casi doscientos kilómetros caminando.
He sacudido a mi organismos como a esas bolas de cristal que simulan un paisaje nevado.
Me despierto, retiró la bandaba que me he puesto en los ojos para dormir, veo el azul del cielo, el beige de la arena y esa bruma a ras del suelo que hay las mañanas con rocío, el saco está mojado y hay arena húmeda por todas partes. Mi primera noche en las arenas.
Noto mi mente despejada mi cuerpo recuperado, miro el reloj he dormido once horas. Lo estaba necesitando. Durante la noche la bola ha dejado de agitarse, los copos se han posado, las piezas se han ido encajando como un "tetris" bien jugado.
Mi amigo Santi de vez en cuando me recuerda las casi treinta horas que me pase en la habitación de un hotel en Lijiang, la mayor parte durmiendo, reparándome.
Un sueño reparador, me gusta esa frase, cuantas cosas cura el sueño, donde no llega la medicina lo sana él.
Durante la noche ha venido un coche para recoger a Mohamed, no lo oí llegar. Después de desayunar se irán y nuestro camellero será Abdula.
Yo me siento fuerte, me va a hacer falta para lo que se avecina.
ENLACES
Lectura no recomendada
¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?
Música
Blade Runner, love theme "Vangelis"

3 comentarios:

  1. Ánimo Agustín! La de vivencias q vas a tener que contarnos! . Esther.

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  2. Fantásticos estos escritos, llenos de dramatismo y aventura al límite, Cholo. Mi piedra lunar.
    Un abrazo.
    Vania,

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  3. Joder, llego tarde. Ayer me enteré de tu aventura y hoy me has mandado un sms diciendo que estás a 80 km del final. Enhorabuena, Cholo. Cumplo con lo que me pides, que comente mi sugerencia de lectura para este viaje: “Los Jardines de los Justos”

    Dicen los que estudian árabe que es una lengua difícil. Yo estudié hasta parvulitos, el alifato y poco más, pero puedo dar fé. Una de las dificultades es su desesperante polisemia, porque verbos y sustantivos se basan en raíces trilíteras que se combinan con partículas cambiando significados. Se suele decir medio en broma medio en serio que si te pones a hurgar en cualquier palabra tarde o temprano saldrá algo relacionado con los camellos y el desierto.

    El desierto y su icono, el camello, son el paisaje omnipresente de los relatos constitutivos de la Civilización Islámica. Es casi un lugar común afirmar que sólo en un escenario tan grandioso y esencial podía Allah hacer oir su voz por última vez, la misma voz que escucharon Moisés y Abraham (musulmanes también según el Islam) siglos atrás en desiertos semejantes al del Hiyad que habitó el profeta Muhammad (paz y bendiciones) en la misma península arábiga que ahora recorréis. Esa península y ese paisaje están unidos para siempre al Islam, como lo está la lengua árabe en la que Yibril dictó el noble Corán al Profeta (paz y bendiciones).

    Pero como no es cosa de recomendar la lectura del Corán para una expedición de caminantes extremos, que es lectura recomendable por muchas razones pero no por relajante (al menos para no musulmanes) sí creo apropiado Los Jardines de los Justos, colección de hadices (se dice ahadiz en plural, pero me sueno pedante), es decir pequeños relatos de los dichos y actos del Profeta ( p. y b.) en todo tipo de situaciones cotidianas narrados por testigos, que sirven de inspiración para los 1000 o 1300 millones de musulmanes que en el mundo son.

    Los hadices reúnen la sunna del Profeta (de ahí “sunnitas”), el modelo de perfección que todo musulmán debe observar. Aunque todos los hadices comienzan narrando la cadena de transmisión, desde la persona que lo escuchó o presenció hasta la que se lo dictó a los recopiladores, existe un cierto consenso en que la inmensa mayoría son falsificaciones llevadas a cabo por gabinetes especializados desde algún palacio de Damasco, por motivaciones políticas. De los varios millones de hadices que nos han llegado sólo unos miles reúnen la certeza de verosimilitud para todas las escuelas islámicas. Una de las colecciones más respetadas es Los jardines de los justos.

    Su lectura es muy amena porque son cortos fogonazos. Los hay extraordinariamente profundos y aparentemente triviales, pero por sus páginas van apareciendo, aparte del Profeta (p. y b.) y sus compañeros, toda una colección de personajes que habitaban la Arabia del relato fundacional de toda una Civilización. Por ejemplo, sólo leyendo hadices podemos comprender el universo islámico, que no sólo comprende a los hombres y a los ángeles del cielo, sino también a los yinn… Por ejemplo, aprenderemos por qué en el mundo islámico está bien visto estornudar pero no bostezar… O también por qué los musulmanes tienen tanto apego a los gatos mientras con los perros tienen cierto desapego…

    Por cierto, Los jardines de los justos no cuestan dinero porque están gratis en Internet.






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